Experiencia y formación, grandes pilares del deporte náutico

Formar parte de la tripulación de un barco de vela no consiste, únicamente, en disfrutar del placer que proporciona este deporte. La formación y la experiencia juegan un papel fundamental a la hora de convertirse en regatista. Son muchos los factores que hay que tener en cuenta a la hora de navegar, para evitar y saber cómo actuar, en caso de contratiempo. 

Si hablamos de formación, la titulación necesaria para gobernar un velero dependerá de los metros de eslora del mismo y de la distancia de la costa a la que se quiera navegar. Los títulos de PNB, PER, Patrón de Yate y Capitán de Yate permiten el complemento de habilitación a vela.

“En concreto para llevar embarcaciones a vela de más de seis metros de eslora es necesario realizar una habilitación específica, denominada Licencia de Navegación», señala Juan Miguel Fortea, director de formación de la Federación de Vela de la Comunidad Valenciana. Esta titulación, añade Fortea, «tiene que ser impartida en una escuela de enseñanzas Náutico-deportivas y consistente en la realización de dos horas teóricas y cuatro horas prácticas específicas de navegación a vela”.

Pero, además de la experiencia y la formación, imprescindible para salir a navegar, hay un requisito cuasi imprescindible para todos los miembros de la tripulación que participan en una regata: la vocación. 

«Para tripular embarcaciones a vela de más de 6 metros de eslora es necesario disponer de una Licencia de Navegación«.

Juan Miguel Fortea, director de formación de la Federación de Vela de la Comunidad Valenciana

Esta vocación provocará que el navegante se interese por todo lo relacionado con la náutica, con el tiempo, con las novedades y tendencias, así como con todo lo que sucede alrededor de una regata, antes de zarpar.

Cada regata es totalmente diferente, aunque se haga la misma ruta”, señala Daniel Llaca, regatista del Real Club Náutico de Gran Canaria, y este es uno de los atractivos que muchos profesionales de este deporte señalan como uno de los grandes atractivos de su labor.

Además de la formación, todo lo demás, como aseguran experimentados en este deporte, es la experiencia. Así lo asegura Daniel Llaca , quien añade que “no solo se trata de saber cómo actuar en función de cual sea la dirección del viento, sino de saber hacer frente a los contratiempos ya que a veces cuando menos te lo esperas algo puede fallar«.

Un claro ejemplo de capacidad de improvisación ante un contratiempo en regata fue en el hundimiento del “CAM”, el barco de los armadores y campeones olímpicos Fernando León y Kiko Sánchez Luna, frente a las playas de El Saler, en la jornada final del Trofeo S.M. La Reina, en Julio de 2008.

El velero, en plena regata, sufrió un golpe de mar que pasó por encima de la proa, provocando que esta se abriera en dos y terminando por hundir al navío, en menos de 15 minutos, a pesar de los grandes esfuerzos de los tripulantes, quienes tuvieron que ordenar a toda su tripulación que abandonaran el barco “inmediatamente”.

Afortunadamente, y gracias a la profesionalidad y su buen hacer, el hundimiento del CAM quedó como un mal recuerdo con final feliz, ya que no hubo que lamentar ningún accidente personal.

Por eso, a la hora de disfrutar de uno de nuestros deportes favoritos, conviene no solo valorar el resultado final obtenido por cada navío, sino el gran esfuerzo personal, dedicación y cariño que cada miembro de la tripulación pone de manifiesto en cada regata. 

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