«Sólo tengo clara una cosa: no me voy a retirar». Entrevista a Fernando León Boissier por Fermín Rodríguez (Parte II)

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Y allí me junté con los Doreste. Para mí era como “¡Jo, tío, ¡qué guapo está esto!” Y llegó la segunda parte de mi quilombo particular: no encontraba tripulante. Ninguno de mis amigos canarios quería venir a Barcelona, todos querían Madrid, Madrid y Madrid. A todo esto, me llama un muy buen amigo de Alicante, Kiko Sánchez, y me dice: “Fernando, yo me voy a Barcelona contigo. Mi padre me paga el viaje y la estancia”. Y decidí probar.

Ser olímpico en esas fechas era disponer de una pequeña beca, un juego de velas gratis al año e ir a las regatas del Circuito Olímpico. Fuimos a las semanas de la Vela Olímpica de Alemania, Holanda, Francia, Italia… Empezamos a ganar a los Doreste, pero ellos se cambiaron enseguida de categoría.

Y así, fuimos a Seúl ‘88 y se cumplió mi primer gran sueño. No tenía como objetivo ganar una medalla en Seúl. Yo estaba “privado” y pensaba ”Tío, qué de puta madre, ¡lo hemos hecho!” Pero no estábamos tan lejos de las medallas, porque hubiéramos sido plata si, en la última regata, no se le hubiera roto el trapecio a Kiko, lo que le mandó al agua y volcamos. Al final, fuimos cuartos. A un solo pasito de las medallas.

Lo importante es que ya estábamos en la rueda de los regatistas olímpicos. Habíamos conocido a Felipe VI compitiendo en 420 y llegamos a un compromiso para competir con él en Barcelona ‘92. Pensamos mucho con qué barco hacerlo, pues él tenía una agenda muy apretada y no podía dedicar demasiado tiempo a entrenar. De ahí que eligiéramos el Soling. Allí llegamos a Barcelona, donde acompañando a nuestro actual Rey, terminamos en una más que digna sexta posición.

El salto definitivo

Al acabar Barcelona yo quería un barco más rápido y probé un catamarán. Y fue subirme en él y decir: ¡Esto es lo mío! En 1994, mi primer año en Tornado, conseguí el Campeonato del Mundo. Fue en Bastad (Suecia). Al año siguiente fuimos terceros, tanto en el Mundial como en el europeo.

Lo que nos plantó en Atlanta ‘96. Puede sonar fuerte lo que os digo, pero es que arrasamos. Pepote -mi nuevo tripulante- y yo nos compaginamos muy bien y hasta parecía fácil todo. Nos llevamos la medalla de oro de una manera tan clara que parecía algo sencillo de lograr.

Proseguimos en el equipo olímpico tras este éxito y al año siguiente fuimos subcampeones en el Mundial de Bermudas; en el ‘98 fuimos terceros en Brasil y, en el ‘99 terminamos terceros en el europeo de Pollensa. De esta manera, llegamos a Sidney. Pero allí nos presentamos algo cansados. Notábamos que ya necesitábamos un cambio. Eso supuso el final de mi carrera olímpica.

Entrevistador: Fueron muchos años en Barcelona y becado. ¿Daba de sí la beca como para vivir bien?

Fernando León: La beca me mandó a Barcelona, pero ibas muy justito con ella. Desde el primer momento, para complementarla, tenía que dar clases de matemáticas y física a los niños de primero de BUP, limpiaba barcos con unos amigos, etc. En definitiva, tenías que buscarte la vida. “Buscarte la vida, ésa es una de las cosas buenas que te da el mar, aprendes a buscarte la vida”. Y es que, cuando te quedas sólo ahí fuera, te dices: “Aquí, o te buscas la vida o estás jodido, jodido”.

Todo cambió con el “boom” de los Cruceros. Toño Gorostegui fue el que abrió el camino para llegar a ser profesional en la vela. Comenzaron a llegar armadores con patrocinadores y, a los 20 años, firmé mi primer contrato profesional con Banca Catalana para llevar el crucero “Los tres cuartos”. Me pagaron dos millones de pesetas, una pasta en esa época y más para mí, que vivía a lo justo ¡Me creía Messi!

Ahora, están empezando a aparecer armadores que me dicen: “Tú pon la tripulación, que el barco y el patrocinador corren de mi cuenta” y a mí, esa fórmula me parece más acertada

A partir de Sidney me dediqué sólo al crucero. Trataron de convencerme para que volviera al equipo olímpico para Atenas, pero les dije: “No. Ya está bien así. Paremos”. Por medio había estudiado aparejador y me apetecía tratar de compaginar los cruceros con la arquitectura. Entonces llegó la explosión de los TP52, un grupo de armadores y patrocinadores con muchas ganas y con mucho poder económico. Y tú estás ahí y te llaman con ofertas que no puedes rechazar.

Entrevistador: Y llegaron las crisis…

Fernando León: En efecto. La primera que notamos mucho fue la de 2010, cuando los patrocinadores se fueron en busca de la televisión (fútbol, tenis, baloncesto…). Y cuando parecía que, poco a poco, nos íbamos recuperando con los TP52 y demás, llegó la pandemia y volvió a arrasar con todo.

En estos días, andamos en reactivar la actividad. Estuvimos en la Copa del Rey y la ganamos. Pero ocurre también que, desde inicios de este año me planté en lo de buscar patrocinador. Son muchos años peleando y explicando lo mismo, lo que te da una sensación extraña, y dices: “Tío, tienes mi dossier y sabes quién soy y cómo trabajo. Si no te gusta no pasa nada, pero no me hagas tener la sensación de que estoy rogando”.

Ahora, están empezando a aparecer armadores que me dicen: “Tú pon la tripulación, que el barco y el patrocinador corren de mi cuenta” y a mí, esa fórmula me parece más acertada. De cualquier manera, la actividad en cruceros está floja. Ahora prácticamente se reducen a regatas de club. Hemos dado muchos pasos atrás.

Entrevistador: ¿Y la Vela Clásica?

Fernando León: No he tenido la oportunidad de navegar en Vela Clásica y tengo muchas ganas de probarlo, de ver cómo van esos barcos. Yo los veo navegando y digo: “¡Joe, esto tiene una pinta del carajo!” Y estaría bien probarlo.

De hecho, hace años hubo un proyecto con el Rey y su abuelo, lo que pasa es que era una idea más romántica, relacionada con los barcos clásicos. Pero ocurrió que, después, se metieron muchos buitres por medio. Y uno es un “desgraciado” para estar ahí. Demasiados “tiburones” merodeando.

Me maravilla que haya armadores que inviertan en recuperar estas embarcaciones tan maravillosas y ponerlas a navegar. Además, yo les sigo cuando puedo y, por ejemplo, el ambiente en la Copa del Rey, en Mahón, es increíble.

En septiembre -por el día previo al Campeonato de España de Snipe celebrado en Puerto Sherry– supimos en una presentación que nos hizo Petete de la creación de algo que creo es una genial idea: La Fundación de la Vela Clásica (si no recuerdo mal el nombre). Contar con ayudas fiscales para los patrocinadores, con orientación para los armadores, con apoyos a la organización de eventos para estos barcos. Para mí, ¡chapeau!

En Canarias, tenemos la Vela Latina, botes que son muy rudimentarios, no son barcos muy marineros. Pero es que te quedas alucinado con la afición y el ambiente que hay, con lo cual, fantástico. Porque hay que tener claro que todo es vela. Para mí, el buen marinero tiene que saber navegar en todo. Y lo he llevado a la práctica. He navegado en casi todo. Ahora estoy en Snipe, mañana estaré en quien sabe qué.

El buen navegante tiene que desempeñar bien en cualquier embarcación. A mí me falta la Vela Clásica y me falta un Volvo de la Vuelta al Mundo. Sin embargo, ves navegantes que van de maravilla en un tipo de embarcación y los cambias y son un pato. También los hay críticos con todo lo que consideran que no es “puro”. Pero ¿Qué es puro?… No pueden criticar los foil, porque han aportado espectacularidad y han atraído a las televisiones, dando visibilidad a nuestro deporte. Y todo lo que haga que se hable de la vela es bueno para mí.

Entrevistador: ¿Y qué opinas de ese oportunismo que lleva a prensa y políticos a hablar de la vela en las Olimpiadas -porque es un deporte que da medallas-, para devolvernos al ostracismo una vez acabado tan magno evento?

Fernando León: A ver, siempre nos hemos sentido utilizados, pero es verdad que al menos se fijan en nosotros una vez cada cuatro años y eso quiere decir que algo estaremos haciendo bien.

De todas formas, que os voy a decir: mirad la tele y la prensa y veréis en lo que se fijan. Y para colmo, nuestro deporte es muy resultadista. No podemos vivir de la imagen, sino de los resultados. Y si no son todo lo buenos que esperan, te quedas enseguida fuera.

Entrevistador: ¿Y No perjudica a la vela esa imagen que tiene de deporte pijo?

Fernando León: Hay que contemplar dos partes: es verdad que la familia real nos ha ayudado mucho, pero, por otro lado, la imagen que se ha dado es que es muy elitista. Y eso que, comparado con otros deportes, los del motor, por ejemplo, la vela es barata.

Aún así, algo de cierto hay en lo de ser elitista, porque a la edad en que se practica la Vela Olímpica, a partir de los 17 o 18 años, si tú no tienes un padre con un bolsillo fuerte, dispuesto a apostar por ti, nadie te va a aportar los 60.000/70.000 euros que se necesitan por temporada.

Lo que sí es verdad es que las federaciones autonómicas y los clubes han avanzado muchísimo para hacer que la vela sea más cercana a la gente, con programas muy acertados con los colegios. Y es que ahora, en el Club Gran Canarias tú apuntas a tu niño a un cursillo que te costará unos 150 euros y te lo ponen todo. Tú vas con él y ellos te ponen el Optimist, los monitores… todo, todo. Y está 15 días navegando, con lo cuál, dime dónde encuentras una actividad más económica.

En el otro lado de la balanza está la Copa América o los TP52. Eso sí es elitista, con presupuestos millonarios, pero también se puede acceder a ellas sin ser millonarios. Yo provengo de una familia que no era para nada millonaria, ni los Doreste, ni Jordi Calafat. De dinero cero. Para vivir bien, sin más.

También ocurrió que, con la Copa del Rey y la presencia continuada de Sus Majestades en estos eventos, se atrajo a mucho famoso, que a su vez arrastró a la prensa rosa. Y eso hizo muchísimo daño a la imagen de nuestro deporte. De todas formas, me dicen: “La vela es elitista”. Y yo les contesto: “¿Y los fichajes del Madrid y el Barcelona, ¿qué? Y los precios de las entradas para según qué partido de fútbol, ¿qué?”.

En la vela, elitista es la Copa América. De hecho, son tres barcos, cuatro barcos. O La Vuelta al Mundo. Y aún así, ¡ojo! Estamos hablando de la Fórmula 1 de la vela y si comparamos el presupuesto del mejor equipo de la Copa América con el del peor equipo de la Fórmula 1 no hay color. No tienen nada que ver. Por otra parte, navegar en Optimist no es elitista, no es nada elitista.

Otra cosa fantástica que se ha producido estos últimos años es que, antes, para poder navegar tenías que ser socio de un club. Y no todo el mundo podía permitírselo. Ahora ya no es necesario. Ahora cualquiera puede navegar sin ese costoso requisito. Y esto se nota. Se nota mucho. El número de practicantes de nuestro deporte ha crecido mucho, y se debe principalmente a esto.

Entrevistador: ¿Y qué planes tienes de futuro?

Fernando León: Sólo tengo clara una cosa: yo no me voy a retirar. Si quieren, que me retiren. Hombre, hay cosas a las que ya no llegas, porque tengo 55 años y el físico ya no es el mismo por bien que estés. Además, te surgen otras inquietudes también.

Pero te advierto que, si me llaman para ficharme para un proyecto de Copa América, ahí estaré. Y si es para regatear en un clásico, con el mismo gusto. Porque el romanticismo tiene que existir. Es parte de la vela y del mundo de la mar.

Y así cerraba una conversación de algo más de una hora uno de los más grandes que ha dado la vela española y europea. Como veis, el entrevistador ha intentado hablar lo menos posible porque cada minuto de charla de este gran maestro es digna de ser disfrutada sin interrupciones.

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